Debemos acompañar las políticas de incentivo a la inversión con planes de formación agresivos que permitan el crecimiento económico de la zona más desfavorecida de nuestro país.
La Dirección de Planificación y Desarrollo de la Zona Fronteriza del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) presentó esta semana, bajo el título de “Mi Frontera RD”, los avances del proceso de formulación de la Estrategia de Desarrollo para la Zona Fronteriza, que viene a acompañar a la nueva Ley 12-21 con el objetivo de transformar la realidad de la zona.
Es muy oportuna la iniciativa, pues el crecimiento del 5% anual promedio que nuestra economía ha registrado en las últimas 3 décadas apenas se ha sentido en las provincias de Pedernales, Independencia, Elías Piña, Dajabón, Montecristi, Santiago Rodríguez y Bahoruco. En estas provincias, un mayor porcentaje de individuos que en el resto del país viven en condiciones de extrema pobreza.
La recién promulgada Ley 12-21 incentiva la inversión de las empresas que operan en la zona a través de agresivos incentivos fiscales. Pero incentivos similares han existido desde el año 2001 y por sí solos no han logrado la mejora esperada en lo que se refiere a la calidad de vida de los habitantes de esta región.
La escasa efectividad de las estrategias previas de desarrollo de la zona, desde mi punto de vista, se debe a que no se ha abordado con agresividad el problema relacionado al nivel educativo y las destrezas laborales de sus habitantes. No puede haber desarrollo real si no se alinean las estrategias productivas y empresariales con las de desarrollo de las personas que las respaldan y que inciden en el crecimiento, productividad y competitividad de los sectores productivos.
En esto hemos tenido pocos avances: las provincias de la zona fronteriza presentan los peores datos en términos de cobertura, calidad de aprendizajes, sobre edad, abandono escolar y repitencia de todo el país. Sumado a esto, a pesar de que la cobertura de educación superior en la misma es prácticamente inexistente, la educación técnica solo cubre 7% de la oferta y solo el 20% de las personas han recibido algún tipo de formación técnica o vocacional (ENHOGAR 2018).
La estrategia del Gobierno para el desarrollo productivo, a la par de crear condiciones para la inversión del sector privado en las actividades económicas que han sido priorizadas para la zona, – esto es, la agricultura, generación eléctrica, portuaria, logística y turística- debe asegurar que se ofrezcan programas de educación y formación que desarrollen destrezas para las oportunidades de ocupación que derivan de cada una de las mencionadas actividades.
Me atrevo a plantear lo que podría ser un plan inicial: 1. Mayor presencia de programas del MINERD, MESCyT e INFOTEP para las actividades productivas priorizadas; 2. Programas para formación y desarrollo de docentes de áreas técnicas; 3. Articulación entre la oferta de formación y la de educación, que permita a las personas mantenerse seguir aprendiendo a lo largo de su vida; y 4. Estrategias de vinculación entre el sector de educación y formación y el sector productivo que aseguren la pertinencia de la oferta y la empleabilidad de los egresados de los programas.
Con una estrategia integral de incentivos y formación podemos lograr el crecimiento de la actividad agrícola en aquellos rubros que se adaptan a la tierra árida o a través de invernaderos; el desarrollo del Polo Turístico de Pedernales con sus hermosas playas y del turismo ecológico alrededor del Lago Enriquillo y la sierra de Bahoruco; la puesta en marcha de una solución de generación energética; la habilitación de un astillero y puerto de clase mundial en Manzanillo, entre otros.
Solo de esta forma estaremos logrando el preciado crecimiento económico y desarrollo social que nuestros compatriotas tanto necesitan
Acento