La invitación a hacerse técnicos no debe ser vista como una invitación a fracasados del sistema educativo, ni como una ruta corta que acaba con un certificado en mano que permite ejecutar una tarea, y ya.
Por Catherine Piña
Tengo más de una década trabajando única y exclusivamente con la educación técnica y su impacto en la empleabilidad y gracias a mi trabajo he conocido muchos jóvenes que han elegido hacerse técnicos. Al observarlos y ver su empuje y sus temores llego a la conclusión de que hay un mito que debemos desmontar de manera definitiva: la educación técnica no debe ser vista jamás como una invitación a los y las adolescentes fracasados del sistema educativo, ni como una ruta corta que acaba con un certificado en mano que permite ejecutar una tarea, y ya.
Cuando hablamos de dignificar las carreras técnicas nos referimos a crear condiciones que las hagan más valoradas por la sociedad y que incidan en que al momento en que un joven va a elegir carrera, éste perciba que, dentro de todas las opciones, la ruta técnica es su mejor camino al éxito y no la ruta alterna que tuvo que elegir porque no quedaba de otra.
Para que esto sea así, lo primero que deberíamos tener asegurado como sociedad es que en nuestro país existan carreras técnicas como tales y no solo programas de educación o formación aislados entre sí. Necesitamos que los programas que existen y los que se creen, independientemente sean regulados por MINERD, MESCyT o INFOTEP, sean capaces de articularse entre sí como peldaños de un proceso, que permita a los y las jóvenes que elijan la ruta técnica, llegar tan lejos como quieran llegar. Cada uno de los títulos obtenidos en una ruta de carrera técnica, a la vez que conecta con un próximo nivel de educación o formación, debe permitir que la persona asuma responsabilidades que mejoren sus ingresos.
La ruta tradicional, la que indica que después de ser bachiller hay que completar una carrera de grado universitario para acceder a un empleo de calidad, exige un tiempo que no todos pueden esperar para empezar a cubrir sus propias necesidades, y un esfuerzo extraordinario que además es frágil ante cualquier eventualidad. La ruta de las carreras técnicas provee más rápidamente de destrezas para asumir una ocupación que la ruta académica tradicional y, además, las provee en un formato que, por ser más práctico, suele enganchar mejor al estudiante, lo que previene más efectivamente la deserción.
Las carreras técnicas son una ruta dignificante y ascendente, tanto para la formación y el estudio, como para el empleo. ¡De ninguna manera son la salida para los “fracasados”, los que no pueden porque no tienen recursos o porque no dan para más!
Son una ruta que genera bienestar social y, a la vez, modelan las capacidades productivas que nuestro país requiere para asegurar la oferta de productos y servicios de calidad que nos hagan competitivos local y mundialmente.
Actualmente, MINERD, MESCyT e INFOTEP como reguladores de los tres sistemas de educación y formación de nuestro país, están ocupados en los esfuerzos de intercomunicar y de diseñar programas que conduzcan a ocupaciones. A nosotros, como sociedad, nos toca reconocer y apoyar el esfuerzo, y orientar a los más jóvenes para que puedan tomar el camino que más le conviene para su futuro. Y trillar así, el sendero del éxito profesional.