Diseñemos una estrategia país orientada al desarrollo de capacidades para la inclusión productiva

Cómo se harán los jóvenes de hoy y de mañana para incorporarse en el sistema productivo es una de las grandes preocupaciones compartidas en todo el mundo. 

Empecemos por decir que ni siquiera estamos muy claros sobre cuáles serán los empleos del futuro, aunque sí sabemos que habrá poca coincidencia con los actuales, que se impondrán ocupaciones que ahora ni soñamos mientras la tecnología se hará cargo de ámbitos cada vez más complejos. 

No hemos solucionado los problemas relacionados con el desempleo en el sistema económico actual y ya debemos prepararnos para los retos futuros, porque si no adaptamos nuestro sistema educativo continuaremos proveyendo al mercado laboral una oferta que no llenará las expectativas que se requieren en términos de competencias técnicas y blandas.  

Sumemos a este reto estructural la llegada del año 2020 que nos ha puesto a  repensar todo nuestro sistema socio-económico y que ha acelerado en gran medida la llegada de la cuarta revolución industrial. 

En un mundo en el que los problemas se abordan a través de soluciones que unen sistemas físicos, digitales y biológicos, los puestos de trabajo HOY ya ameritan capacidades mayores que en ningún momento histórico previo.

Llamamos capacidades a una combinación de conocimientos, habilidades cognitivas, prácticas y conductuales, que pueden ser adquiridas a lo largo de la vida a través de múltiples medios como la educación, la formación y el trabajo.

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¿Qué haremos como país ante esta realidad?

Como sociedad estamos compelidos a avanzar estratégicamente en el desarrollo de capacidades que aseguren la inclusión productiva y el bienestar de las personas, considerando la pluralidad de medios a través de los cuales podemos aprender. Diseñemos una estrategia que considere los siguientes elementos: 

  1. Inventariar las ocupaciones necesarias a la luz de nuestra Estrategia Nacional de Desarrollo y planificar los planes de estudio desde las necesidades derivadas de la misma.
    • Desarrollar mecanismos de vinculación y retroalimentación entre los sistemas de educación y formación y los sectores productivos en relación a las necesidades particulares por ocupación (conocimientos, habilidades cognitivas y prácticas y habilidades conductuales).
  1. Migrar del paradigma del contenido al paradigma de resultados de aprendizaje. Una tarea que ya hemos iniciado pero que tenemos que convertir en realidad en el salón de clases y en la forma en la que evaluamos a los estudiantes. 
  2. Incorporar las habilidades conductuales como propósito de los sistemas de educación y formación, lo que supone: 
    • Desplegar estrategias pedagógicas y de evaluación orientadas al desarrollo de habilidades conductuales como la orientación al logro, comunicación, planificación y organización, preocupación por el orden y la calidad, y trabajo en equipo. 
    • Buscar la transversalidad de las habilidades conductuales en los programas de estudio. 
  1. Desarrollar competencias de aprendizaje continuo y autogestión, para asegurar que los jóvenes evolucionen así como evoluciona el mundo productivo.
  2. Desarrollar el emprendimiento.
    • Tener presentes el desarrollo de la creatividad, la resiliencia y la iniciativa.
    • Proveer soporte a los emprendedores en aspectos financieros, comerciales y legales. 
  3. Crear planes y programas de educación y formación que permitan el tránsito entre sistemas y entre países.
    • Crear mecanismos de reconocimiento de aprendizajes sin importar cómo fueron adquiridos. 
    • Poner en práctica el Marco Nacional de Cualificaciones, un instrumento que permite estandarizar los niveles de nuestros programas de estudio y facilita el tránsito entre uno y otro.
  4. Hacer partícipe a la sociedad del reto de generar capacidades. Todos tenemos un rol y una responsabilidad que asumir ante este gran desafío. Todos los sectores, productivo y educativo, privado y público, debemos remar hacia una misma dirección para lograr un aprovechamiento más eficiente de esfuerzos y recursos.
  5. Pensar en la sostenibilidad:
    • Desarrollar en las personas las capacidades que se requieren para transformar nuestro modelo económico y asegurar un crecimiento más equitativo.
    • Establecer un sistema más justo para todo el planeta: a través del uso responsable de los recursos y orientado a optimizar el bienestar humano.


Si queremos replantear nuestra realidad, tenemos muchos retos importantes que enfrentar. Pueden parecer titánicos, y lo son, pero todo parece indicar que no nos queda otra opción que no sea asumir la construcción de un futuro viable todos juntos, como sociedad, integrando nuestras agendas, haciendo uso de las nuevas tecnologías y priorizando el planeta en nuestras decisiones. 

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