El ejercicio que acaba de realizar el INFOTEP es un excelente punto de partida para modificar nuestras políticas públicas, leyes y enfoque sobre la formación técnica
Esta semana el INFOTEP concluyó la “Consulta Nacional sobre el futuro de la Formación Profesional”. Durante los pasados 4 meses, los equipos de dirección y coordinación de la institución estuvieron dedicados a escuchar las recomendaciones y opiniones de casi 9,000 personas que son parte interesada en la formación profesional, así como de los organismos internacionales que observan y marcan las pautas de la misma en todo el mundo. Los resultados han sido debidamente documentados y puestos a disposición pública.
Aunque corra el riesgo de ser minimalista, me atrevo a sintetizar desde mis propios referentes, el hallazgo de la consulta en tres grandes aspectos:
Primero: Urge desarrollar capacidad para poner en marcha de forma más expedita una formación que responda a las necesidades de los sectores productivos y de las personas sujeto de empleo.
La necesidad de formación de las personas viene determinada por múltiples y complejos factores que se transforman a gran velocidad. Algunos de esos factores con los que lidiamos en la actualidad son: la sofisticación de la tecnología incorporada en la generación de productos y servicios (automatización, robotización, inteligencia artificial e internet de las cosas), el crecimiento del comercio electrónico, los cambios demográficos, el efecto de la pandemia en el empleo y en los hábitos de producción y consumo, el crecimiento de los trabajos autónomos, por cuenta propia, el teletrabajo, el trabajo en plataformas virtuales, la economía verde, la generación de energía de fuentes renovables y las tendencias económicas nacionales e internacionales.
Producir propuestas formativas que desarrollen de forma oportuna los perfiles requeridos en las nuevas o modificadas ocupaciones, implica desarrollar mecanismos de recolección y procesamiento de datos prospectivos, permanentes, dinámicos y automatizados.
Segundo: La dinámica actual del mercado laboral, no solo requiere de atención desde el punto de vista de la oferta de educación y formación, sino que demanda que se revisen las políticas públicas y leyes relacionadas al empleo y a la seguridad social de los ciudadanos.
No solo faltan personas cualificadas, también necesitamos marcos regulatorios para emergentes modalidades de trabajo y políticas estatales que fomenten el emprendimiento y la formalización.
Pongo algunos ejemplos: necesitamos políticas públicas que incentiven la inversión nacional y extranjera, e incentivos fiscales que incidan en impulsar sectores o regiones que presentan oportunidades desaprovechadas. Hace falta legislar sobre las plataformas digitales de trabajo y las nuevas modalidades que han ido creciendo al margen de lo que contempla nuestro código de trabajo. Urge que analicemos la situación de las mipymes y el impacto que el actual esquema impositivo tiene sobre su subsistencia y crecimiento. Está pendiente el desarrollo de propuestas de seguridad social ligada a proyectos laborales y no a la subordinación, así como regulaciones que eviten más efectivamente los monopolios y oligopolios.
Tercero: Todo el sistema de educación y formación deberá priorizar los esfuerzos que aseguren que haya más personas con una base sólida en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) y que permita el desarrollo de perfiles con habilidades como las requeridas por la industria 4.0.
Nos toca confrontar la realidad de que gran parte de los nuevos trabajos que estarán disponibles en los próximos años requieren personas con una base educativa en las áreas STEM, sobre las que desarrollar destrezas en procesos de formación, y sin las que las personas no podrán progresar profesionalmente. Esto implica un cambio de paradigma en cuanto a la formación técnica, que ha sido concebida históricamente como paralela a los procesos académicos. Debemos pensar cada vez más en una formación cuyo punto de partida es un título de secundaria que conlleve fortalezas en matemáticas, física, química, biología e informática. Estos conocimientos, juntos con la comprensión de una lengua, serán la base sobre la cual construir todos los demás conocimientos que una persona requerirá el resto de su vida.
Los hallazgos de la Gran Consulta Nacional realizada por el INFOTEP son un insumo valiosísimo para impulsar los planes operativos, no solo del INFOTEP, sino también del Ministerio de Educación en su modalidad técnica y de los programas de Técnico Superior del MESCyT.
De estos hallazgos podemos esperar nuevos mecanismos dinámicos de identificación de cambios en la demanda de formación, nuevos procesos ágiles de diseño curricular, establecimiento de planes de formación y de evaluación de desempeño de los docentes del sistema, redistribución del presupuesto del INFOTEP para priorizar las formaciones que pueden generar mayor impacto, nuevos mecanismos para apoyo al emprendimiento, estrategias de certificación de la oferta formativa, programas de mayor nivel, avances en la implementación del Marco Nacional de Cualificaciones y promoción de alianzas que fomenten la inversión público privada, entre otros; todo esto con el objetivo de mejorar la empleabilidad, la progresión en la formación o los estudios y la calidad del empleo de sus egresados, así como la competitividad del sector productivo que mueve nuestra economía.
Fuente: Acento