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Las personas son la clave para recuperar la industria

La Mesa Presidencial de la industrialización es una de las buenas noticias del año porque apunta a que nos enfoquemos, entre otras miras, en impulsar planes para el desarrollo del capital humano

Por Catherine Piña

Buenas noticias en un año tan sediento de ellas: a finales de octubre, el presidente Abinader emitió el Decreto 588-20 con el que declara de prioridad nacional la industrialización y establece que la educación y formación técnica de los ciudadanos es uno de los cinco ejes estratégicos para potenciar la competitividad y productividad del sector industrial y las zonas francas.

La Mesa Presidencial de la Industrialización, creada por el Poder Ejecutivo para tales fines, está trabajando en el Plan Nacional de Industrialización que contendrá acciones concretas para los próximos cuatro años.

Constatar que en la agenda del nuevo Gobierno han quedado priorizados planes para abordar el problema del capital humano, es un reconocimiento a la gran limitante que este supone para hacer negocios en nuestro país, tal y como plantean los reportes del Foro Económico Mundial. La importancia es mayor ante la situación generada por el COVID-19 y su impacto en un proceso de movilización de industrias que se prevé podría abrir nuevas oportunidades de captación de inversiones durante los próximos cinco años.

Para los que, como yo, creen que es a fuerza de desarrollar competencias en los dominicanos que vamos a echar este país adelante, el decreto resulta especialmente relevante.

Tres factores corroboran mi optimismo: en primer lugar, el Presidente está al frente de la Mesa, lo que envía un mensaje claro de la importancia de esta iniciativa. En segundo, el hecho de que la Mesa está constituida por doce representantes de instituciones públicas y nueve actores del sector productivo asegura la elaboración conjunta de estrategias y garantiza la transversalidad de las acciones, no solo interministerialmente, sino intersectorialmente.

Esta transversalidad se ve incluso en la nomenclatura que usa el decreto. Por ejemplo, el eje relacionado con el capital humano menciona “Educación y Formación Técnica” juntos, en vez de perseguir que uno solo de los sistemas responda a las necesidades de industrialización del país. El que seamos capaces de reconocer que “desarrollar capital humano país” no se trata de una labor aislada de MINERD, MESCyT o INFOTEP, facilita la tarea de habilitar senderos de aprendizaje a lo largo de la vida para las personas.

El tercer aspecto destacable es que tiene en cuenta a las mipymes y otorga relevancia a las acciones que permitan que las mismas estén incluidas en las medidas que buscan aumentar nuestra capacidad de agregar valor en procesos industriales y, con ello, aumentar nuestras exportaciones.

En términos de educación y formación una mirada en profundidad a las necesidades de las mipymes pone en evidencia que las intenciones de un crecimiento más inclusivo de la economía se ven materializadas en programas que permitan mayor nivel de emprendimiento, así como la profesionalización de los emprendedores actuales.

Las condiciones están dadas y eso nos ofrece razones para alimentar el optimismo de que el Decreto 588-20 podría llevarnos como país al nivel de desarrollo que queremos.

Quizá la clave esté en que asumamos que hay caminos posibles. Los integrantes de la Mesa de Industrialización tienen en sus manos la posibilidad de impulsar medidas que mejoren sustancialmente la calidad de vida de la población. Nosotros, de apoyar estas iniciativas y asumir lo que, desde cualquier ángulo en que nos encontremos, nos corresponda.

El 2021 promete ser un año en el que podemos remangarnos y trabajar juntos por el país.

Artículo creado para el periódico: Acento